No sé, si usted se ha puesta a pensar,
que este que la dice amar, el día que se vaya de este mundo, lo que le va ha heredar...
No, no piense en esas cosas que vienen y van, en esas cosas que tiene precio, pero no tienen valor; porque las cosas que realmente valen en esta vida no las puede usted salir a comprar.
Cuando me haya ido, usted podrá encontrar mis versos más sublimes sobre su piel, mis ilusión sin estrenar en esas sonrisas que le provoque. Mis ganas de vivir en esa ternura y pasión con la que la ame.
Le dejaré también, mis últimas alegrías, que nacieron en este trayecto del camino, donde caminé junto a usted; si extrañara mi vos, esa la he dejado gravada en el pabellón de su oreja, cuando le cante al oído esas canciones, que nadie escucho y que el susodicho escribió.
No me extrañe, más bien evóqueme, porque le bastara hacerlo, para sentirme, porque lo que le dejé, permanecerá en usted hasta su último suspiró...
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