No los quieren aquí porque son un problema, ni los quieren allá porque se convertirán en un dilema...
Cuando salieron de su tierra, lo hicieron con la ilusión de forjarse una mejor vida para ellos y los que en su país se quedaron, aunque al partir se provocaron una herida. Después de sortear los peligros del viaje y perforar la frontera, con mucho sacrificio logran colocarse en los puestos de trabajo que otros desprecian, sin beneficios, ni prestaciones y con sueldos de hambre (pero son dólares) con los que miran cómo se ajustan, viviendo con lo mínimo, compartiendo un apartamento entre varios, para poderlo pagar y así enviar, las ansiadas remesas a su país y estos los más afortunados, porque a los que detiene inmigración en la frontera, los regresan sin un quinto y una deuda a cuestas.
Pero en estos tiempos de pandemia y cuarentena, son los desterrados del sistema, pues aquí no los quieren, por ser indocumentados y porque podrían estar contagiados, así que como que fueran, menos que una mascota (porque aquí está los perros y los gatos tienen derechos y están protegidos por la ley) se deshacen de ellos y los deportan a su país de origen.
Lo lamentable es que al llegar a su país, los ven como una amenaza para la salud pública y aunque es comprensible que al llegar los pongan en cuarentena, no lo es, la forma en que por algunos son tratados y más aún difamados, en las redes sociales, al parecer han olvidad, el beneficio de las remesas y cuando se decían: Voy a mándale a pedir “algunas chivas “ al compa...
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