Las fotos van perdiendo el color,
así como la flor que quedó
en el olvidado en aquel viejo libro de poesía,
perdió el aroma, se esfumó su olor.
Y no, no es el tiempo, el que decolora
los recuerdos, es el olvido...
No es que los sentimientos hayan desaparecido,
más bien ha sido el autoengaño el que
los ha hecho menguar, sin conseguir
que a la menor chispa de recuerdo,
vuelvan con intensidad a surgir.
Mi pinta, al igual que esa foto,
el tiempo la ha ido decolorando
y mi fisonomía desdibujando,
más no así todo esto que vive en mí.
Mi fe, mis obsoletos ideales,
esa mi forma de ser,
que parece no encajar,
en ningún lugar...
Porque gente como yo
cae rápido en el olvidó.
Ahora tengo monólogos
interminables con la soledad,
que son verdaderos debates
para defender la que yo creó
es mi verdad...
Si escuchara usted las cosas
que me dice y cómo me contradice,
lanza sus argumentos así a quema ropa,
sin ningún miramiento
y sin contemplar ningún sentimiento.
Los recuerdos solo recuerdos son,
me dijo y desarmo mis argumentos,
me disloco el sentimiento
y muy a pesar de eso, los recuerdos
cobran vida y ganan la partida,
le dije.
Ella suspiró, fijamente me vió
y con una sonrisa pícara,
me abrazó y me dijo:
Puede ser, pero quien está
aquí soy yo y me beso.
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