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miércoles, 5 de agosto de 2020

Cuando entres al altar...


Cuando entres en el altar de tu interior, ten esto presente...Que allí está el lugar, donde tu oración se puede elevar, más alto que el incienso; que es una fortaleza donde solo se puede entrar, con la llave de la intimidad.

Esa intimidad que nos lleva a convivir con nosotros mismos, que nos permite ver, cómo ve el búho en las noches, porque en el día, no ve claramente. Esa intimidad que es propiciada por la soledad; por eso quien no aprende a estar solo, no tiene la llave de acceso.

Cuando entres en tu interior, allí te será revelado, el misterio del amor, que va más allá de nuestras vagas concepciones, que es ese algo que te vacía, para luego llenarte y que a veces te hace llorar para purificar el alma y de esa forma purga lo que es solo deseo y pasión, para que surja con todo su intensidad, ese sublime sentimiento, que es más que un sentimiento.

Cuando entres en tu interior, deja afuera esas voces, las voces de los fantasmas de tus miedos, las voces molestas de tus autocriticas y reclamos, las voces de los que te critican y condenan, para poderte encontrar con aquel que sabiéndolo todo te va a perdonar y a amar.

Cuando entres al altar, recuerda que no entras solo, pues de una forma misteriosa, te pones en comunión, con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo han entrado a esa morada, con los que lo hicieron en el pasado y con los que lo harán, porque para Dios el tiempo es un concepto inexistente y no olvides lo que dijo: “Donde dos o más se reúnan en mi nombre, allí estoy” y el maestro no estaba hablando de reunirse en un lugar físico, sino esa unión que existe en la fe y el Amor que se comparten.
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