Pese al viento, en el horizonte hay una quietud, que invita a sosegar los días, a atesorar cada momento. Porque los años van pasando, tan aprisa, que solo dejan tiempo para ocuparse de lo urgente y se va aplazando lo que realmente, es importante en la vida.
Las hojas poco a poco, van cayendo de los árboles y se van quedando desnudos. Como desnuda se va quedando el alma, pues el paso de los años nos va despojando de esas hojas, hojas que acumulan los recuerdos de lo vivido y se van alejando, adquiriendo los colores del otoño.
Pero suele suceder que el viento, alborota los recuerdos, como lo hace, con las hojas de los árboles, que ya en el suelo, parece como que adquieren, propia vida. Entonces el tiempo se desdibuja y la aguja del reloj, parece derretirse al calor de tanto anhelo y las hojas en el suelo, empiezan a adquirir altura,como si quisieran alcanzar el cielo.
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