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lunes, 12 de agosto de 2019

“Antes de cruzar el umbral”

“Antes de cruzar el umbral”
En este tiempo preciosos, con días de salud, con momentos en que puedo celebrar la vida, que lejos se ve la partida... Pero llegará el momento en que tenga que partir, en que tenga que cruzar el umbral.

Se desea tanto tener larga vida, cuando en realidad deberíamos querer tener calidad de vida. Porque de que vale, un largo camino, donde nos extraviamos una y otra vez y nunca llegamos a nuestro destino; de qué sirve ir de error en error sin enmendar y sin poder encontrar, el sentido de nuestra existencia y viviendo en constante inconsistencia.

Vivimos afanados por cosas, que un día pasarán y dejarán de ser importantes, empeñamos nuestra vida por aparentar una felicidad, que no conocemos, porque ponemos nuestro empeño, donde no está nuestro corazón.

Un día tendré que cruzar el umbral y se que dejaré asignaturas pendientes, que mi mochila de sueños e ilusiones sin estrenar, se tendrá que quedar, junto a este cuerpo del cual solo soy huésped.

Un día cruzaré el umbral, pero se, que seguirá vivo en mí, el amor que prodigue y que recibí, los momentos que atesoré y viví con intensidad y se que mi fe me guiará hacia aquel que es el camino, la verdad y la vida.

No sé, si estaré solo en mi despedida, pero en mi corazón llevaré a todos aquellos que compartieron conmigo un poco de su riqueza, sus sonrisas, su compañía, su canto, su alegría , una caricia, un beso, una palabra de amor y esos momentos por los que se aferra el hombre a la vida.

No sé, si llegaré a esos días en que vivir sea fatiga, a esos días en que parece que no hay nada más que esperar de la vida; no sé hasta donde me llevará este tren y luego tendré que bajarme, sin protestar, de la misma manera en que subí... Hay tanto que agradecer, tantas personas bellas que me hicieron amable el camino, hay tantos momentos de esos que uno quiere repetir, una infancia maravillosa, una adolescencia con la demencia del amor y una juventud con los ideales que a veces son utopías que impulsan. Ahora en este otoño, que me muestra otros colores, otras flores, otros paisajes y celajes y en el que he aligerado el equipaje, quiero vivirlo con mayor intensidad, sin gastarme los días en preocupaciones, en envidias o celos o recriminándome por aquello que no pude lograr.

Ahora quiero tener conciencia de ese umbral, saber que aunque me he equivocada más de una vez miserablemente, hay un Dios que es misericordia y por lo mismo, aún me sigue dando esta oportunidad, para que cuando regrese a él, haya multiplicado los talentos que me dió, haya socorrido al que en mi camino me pidió, pero sobre todo que cada acto, actitud y pensamiento sean un reflejo de su amor.
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