“Los quebrantos del silencio”
Cuando me llegaban tus palabras, yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot!
Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo.
¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin agua?
Jeremías 15,16-18
Será acaso mi fe y esperanza, tan solo vapor de agua, que se desvanece en el horizonte; será que todo en cuanto he creído carece de sustento y he fracasado en el intento de encontrarte…
Que pude hacer, para que me ocultaras tu rostro, que tan grande es mi ofensa que no puedas perdonarla; que he hecho para perder tu amistad, para que mi falta no encuentre perdón en el océano de tu misericordia…
Tu silencio que se torna insoportable, insuperable, por más ruidos que se escuchen… Es ese silencio que quebranta la esperanza, que anula la fe, esa fe que no son más que emociones o silogismos engendrados a nuestra conveniencia, pero tu que conoce el misterio de nuestra conciencia y las verdaderas intenciones del corazón, pones al descubierto lo que realmente somos y de allí que no podamos soportar tu silencio…
Si apenas ayer, una sola palabra tuya era como un alegre manantial, como agua mineral para mi sed. Si apenas ayer, un ayer que es toda una vida, tu mano sobaba mi herida y la sanaba casi al instante. Si apenas ayer, tus suspiros me llegaban con fragancia de flor y todo me hablaba de tu amor…Porqué de todo eso ha quedado solo un desierto. Un desierto que calcina hasta el alma; un desierto que ha puesto al límite de la prueba mi fe; un desierto de sombras que me espantan, de silencios insoportables que han quebrantado, mi esperanza.
Háblame, porque tus palabras son bálsamo para mis heridas, tus palabras son el sol de mi amanecer…
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#Silencio
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