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viernes, 20 de noviembre de 2020

“El alma no se marchita”


 “Mira que el alma no se marchita”

A veces la vida es una penumbra, una mezcla entre luces y sombras, que suele revelar y otras ocultar, para conservar la majestuosidad de su misterio.


Hay quienes se dan cuenta, de lo que realmente, vale en la vida hasta que van camino al cementerio, otros en cambio lo descubren, cuando aprenden a escuchar los murmullos del silencio. Porque en el silencio, se guardan los versos más sublimes, las palabras más sabias, los misterios más inexpugnables y los amores más profundos.


Siempre me resistí a vender mi tiempo por dinero, porque ese tiempo es mi vida y el dinero en verdad no tiene dueño y tenerlo o no, no me quita el sueño. En cambio el tiempo se deja poseer, pero solo por un momento y en la sumatoria de esos momentos significativos e intensos está la belleza de la vida.


Si, sigo teniendo el alma de un niño, corazón de León y la imaginación de alguien que nunca deja de soñar. Me esfuerzo por no creerme sabio en mis propios criterios, pues eso me volvería necio, más bien sigo aprendiendo y me sigue sorprendiendo, contemplar el amanecer. 



Le pregunto al espejo: acaso el alma se marchita y la luz que han recibido tus ojos todos estos años no te deja ver, que sigues siendo lo que fuiste ayer, pero en una mejor versión, porque ahora escuchas más a tu corazón y atiendes los consejos que da la vida.


Soy vino añejo, un poco menos pendejo, guapo quién sabe si alguna vez lo he sido; sigo siendo ese rebelde con causa, ese verso con tintes de poesía, así ha sido la vida mía.

Oxwell L’bu copyrights 2020


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