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lunes, 28 de enero de 2019

Seguir el camino...

Si, lo sé, uno tiene que seguir adelante con la vida, aunque le sangre la herida.  Porque el tiempo no perdona, uno quiere recorrer el camino como maratonista, pero el tiempo es velocista y siempre gana la partida.

Uno camina en el otoño de la vida, sabiendo que más adelante, lo espera el invierno, con sus vientos de indiferencia y el frío de la ausencia.  Por eso quiero disfrutar este trayecto, lo recorreré lo más lentamente que pueda, me disfrutaré el paisaje, iré sin equipaje y si tengo suerte, ojalá un perro me acompañe...

Me gusta la compañía de un perro, porque ellos te siguen sin preguntar, no exigen garantías, ni les interesa saber hacia donde conduce el camino, porque para ellos lo más importante es ser compañía. Me gustan los perros porque cuando ellos intuyen la tristeza, no hagachan la cabeza, más bien a su manera te prodigan su cariño. Siempre he pensado que ellos son un regalo de Dios, por cierto inmerecido, porque ellos son la  esencia de la nobleza y la reserva que queda en este mundo, de fidelidad y amistad.
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