Estoy por abrir las puertas de un nuevo año y me quedo pensando, en todo lo vívido, en lo que fue y lo que no pudo ser, en los momentos compartidos, es como ir recapitulando el libro de mi vida.
Me quedo pensando en los fracasos que al final, son los escalones de los logros. Como si fuera una película que pasa frente a mí o como música que evoca, así veo esos cosas que son hechos consumados y hoy pertenecen a mí pasado.
Los recuerdos vienen a mí, cual aguacero que empapan mi alma y me roban la calma pues quisiera poder guardarlos, allí donde los momentos no envejecen, ni lo instantáneo y fugaz de la vida los vuelve obsoletos.
Tengo asignaturas pendientes, que no las escribo en una agenda, porque esas las tiene apuntadas con sangre el corazón, ese que es un cofre de misterios, donde se atesora lo que nos llevaremos, el día de la partida.
Me quedo pensando y termino sintiendo una enorme gratitud por lo vivido, por la vida de los seres que amo y aún están, por los hijos a quienes espero acompañar sin estorbar para que ellos descubran su propia vocación y propósito en la vida. Doy gracias por los amigos de toda la vida, por los que sin conocerme me brindan su amistad y cariño.
Tengo frente a mí el libro que escribí con esa pasión que vibra en mi pecho, tengo frente a mí los versos que nadie ha leído, las canciones que nadie ha escuchado y las los sueños e ilusiones que no he estrenado.
Quiero que la vida me sorprenda con esas cosas sencillas pero significativas, quiero ser feliz como un niño, quiero aferrarme a la fe que me sustenta cuando me toca transitar por la noche obscura...
No, no estoy borracho, estoy ebrio por el vino de la vida, ese que no te permite empinarte la botella, sino sólo beberlo sorbito a sorbito para que siempre se tenga sed por la vida.. ¡Loco! Podría ser, por el amor y su demencia.
Dejo abierta la ventana, por si la luna quiere besar mi frente, dejó abierta la ventana por si se asoma una canción y pone a vibrar mi corazón, dejó abierta la ventana por si pasa una bella dama y su perfume despierta mis sentidos y acelera mis latidos.
Al final me quedo pensando, en un monólogo interminable y agradezco lo amable que es la soledad, que me escucha pasientemente y sin bostezar...Al final viendo a este año terminar, me quedo pensando que tengo tanto que agradecer y por lo mismo tanto que esperar.
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