“Tengo huellas en el rostro”
Yo no tengo un rostro de mármol,
donde cada facción a sido tallada
a la perfección...
Ni un rostro pulido, como el de
los bustos de bronce, donde algo se esconde.
No, mi rostro a sido curtido por los años,
hay rasgos de mi madre y facciones de mi padre;
hay huellas que me ha dejado la vida,
la mirada de aquel niño, la picardía del adolescente,
un gesto de esperanza y la benevolencia
de una bienaventuranza.
Si, tengo el rostro marcado por esas pasiones
humanas, por mis gestos cuando hago el amor,
por mis sonrisas esquivas, pero también
por la fragua de la vida...
Soy como el tulipán que ha florecido,
también he tenido primavera...
Hoy hay caminos y surcos en mi rostro
que marcan el camino que he recorrido,
las primaveras vividas, el otoño que disfruto
y uno que otro vestigio del invierno
que me espera.
Es que en mi rostro hay huellas de mis vivencias,
hay arrugas de mis experiencias,
pero sobre todo las huellas de quienes con su
presencia han tocado mi vida y han dejado
en mis ojos, destellos de ilusión.
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