“Escarbando entre las cenizas...”
Camino en el otoño de mi vida, entre las hojas secas, que son las páginas de una vida, vivida con intensidad, no carente de fracasos y errores, con logros modestos y sueños muy míos.
He caminado entre luces y sombras, entre gozos y lágrimas, pero siempre con la intención de hacerme de ese pedacito de felicidad, que nos da la vida.
Soy un hombre de fe, con sus contradicciones, apasionado, a veces arrebatado, pero firmemente convencido de aquel en quien creó y en cuyas manos he depositado, mi vida y mi confianza. Y aunque me lleve la tostada, mantengo la esperanza, de tiempos mejores.
Se que a veces, se escarba entre las cenizas y te sorprende, una pequeña llama, que si se aviva, vuelve a encender la hoguera... Es como una renovación de la vida o de un sentimiento que nunca murió, porque lo mantuvo vivo, la esperanza del reencuentro.
Es que escarbando entré cenizas, a veces se escucha las risas de niños jugando, de muchachos enamorando en plena primavera y uno se queda pensando en la alegría de lo vivido y se siente agradecido.
Removiendo las cenizas, uno le pide al tiempo que vuelva, pero no contesta y en vez de ello, construye un muro infranqueable con los ladrillos de los momentos perdidos, de las etapas que por prisa quemamos y los pega con esa mezcla hecha de temores y postergaciones.
Nos aconsejan no remover las cenizas y dejar que las apaguen totalmente el olvida; pero el olvido en verdad no existe, lo que se hace es abrazarse a la ilusión del olvido, pero llega el día en que te suelta y te das cuenta que no tienes la vida resuelta.
Escarbando en las cenizas, uno se encuentra con los pertrechos de batallas pasadas, unas bien libradas, otras que fueron fuente de aprendizaje y el precio del pasaje para seguir adelante.
A veces uno también con plena alevosía e intención, remueve las cenizas, para volver a encender la hoguera, esa que mantiene viva la llama de la vida.
Oxwell L’bu copyrights 2020
Camino en el otoño de mi vida, entre las hojas secas, que son las páginas de una vida, vivida con intensidad, no carente de fracasos y errores, con logros modestos y sueños muy míos.
He caminado entre luces y sombras, entre gozos y lágrimas, pero siempre con la intención de hacerme de ese pedacito de felicidad, que nos da la vida.
Soy un hombre de fe, con sus contradicciones, apasionado, a veces arrebatado, pero firmemente convencido de aquel en quien creó y en cuyas manos he depositado, mi vida y mi confianza. Y aunque me lleve la tostada, mantengo la esperanza, de tiempos mejores.
Se que a veces, se escarba entre las cenizas y te sorprende, una pequeña llama, que si se aviva, vuelve a encender la hoguera... Es como una renovación de la vida o de un sentimiento que nunca murió, porque lo mantuvo vivo, la esperanza del reencuentro.
Es que escarbando entré cenizas, a veces se escucha las risas de niños jugando, de muchachos enamorando en plena primavera y uno se queda pensando en la alegría de lo vivido y se siente agradecido.
Removiendo las cenizas, uno le pide al tiempo que vuelva, pero no contesta y en vez de ello, construye un muro infranqueable con los ladrillos de los momentos perdidos, de las etapas que por prisa quemamos y los pega con esa mezcla hecha de temores y postergaciones.
Nos aconsejan no remover las cenizas y dejar que las apaguen totalmente el olvida; pero el olvido en verdad no existe, lo que se hace es abrazarse a la ilusión del olvido, pero llega el día en que te suelta y te das cuenta que no tienes la vida resuelta.
Escarbando en las cenizas, uno se encuentra con los pertrechos de batallas pasadas, unas bien libradas, otras que fueron fuente de aprendizaje y el precio del pasaje para seguir adelante.
A veces uno también con plena alevosía e intención, remueve las cenizas, para volver a encender la hoguera, esa que mantiene viva la llama de la vida.
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